Mascara deportiva
ü Debido a la altitud hay un descenso de la
presión atmosférica, esto se traduce en una reducción de la presión parcial de
todos los gases, y con ello disminuyen las moléculas de oxígeno, esto genera
una respuesta aguda en nuestro organismo, aumentando la frecuencia cardiorrespiratoria
para contrarrestar la disminución de oxígeno en el aire respirado.
ü Como consecuencia de la disminución de la
presión barométrica disminuye también la presión sanguínea, ya que existe un
descenso de la presión parcial de oxígeno en el aire inspirado. Esto genera un
descenso del gradiente de presión entre el alveolo y la sangre venosa del
capilar pulmonar, reduciéndose la presión de oxígeno en la sangre arterial.
ü Para mantener constantes los niveles de
oxígeno el organismo aumenta la producción de glóbulos rojos. La hormona
encargada de mantener constante la producción de glóbulos rojos es la
eritropoyetina (EPO). Este efecto fisiológico es la base del entrenamiento en
altura y en deportes de resistencia.
ü Aumenta el volumen sanguíneo.
ü Mejora del volumen de los eritrocitos y
por lo tanto mejora la capacidad de transporte de oxígenos a los músculos.
ü Se incrementa el eritrocito (volumen
sanguíneo total).
Todas estas adaptaciones estarán condicionadas
por la altura, tiempo de permanencia en altura, tipo de entrenamiento y
condiciones fisiológicas individuales.
Viendo las adaptaciones fisiológicas y
veneficios que aporta para el rendimiento deportivo la estancia a partir de una
determinada altura, se ideó la máscara deportiva con el fin de reducir el
aporte de oxígeno durante los entrenamientos para simular el entrenamiento en
altura. Sin embargo, a pesar de la popularidad que han alcanzado en el mercado,
su efecto no simula el entrenamiento en altura por distintas razones que vamos
a ver a continuación.
En este estudio,(1) se reclutaron a 25
sujetos moderadamente entrenados, y después de realizar entrenamientos de alta
intensidad durante un periodo de 6 semanas, concluye que no hubo cambios ni en
las variables hematológicas ni en la saturación de oxígeno, es decir, toda la cascada
de cambios fisiológicos que se atribuyen a las adaptaciones hemolíticas
condicionadas a la altura aquí no se producen,
no se incrementaron los glóbulos rojos, ni la eritropoyetina, ni los
eritrocitos, ni la fracción de hemoglobina saturada en oxígeno frente a la
hemoglobina total en sangre. Estas adaptaciones no se producen porque la
máscara no reduce la cantidad de oxígenos que inhalamos, sino que solo reduce
parcialmente la entrada de aire. Con lo cual, podemos decir que el uso de estas
máscaras no simula la altura.
Sin
embargo, si se le han atribuido otros beneficios como el de fortalecer la
musculatura respiratoria, efecto que surge de generar una restricción en la
entrada del aire total. Esto es debido a que los músculos se ven expuestos a un
mayor esfuerzo para satisfacer las demandas de oxígeno necesario, teniendo que trabajar de forma más intensa
generando así adaptaciones positivas que pueden conducir a una mejora en el
rendimiento deportivo.
Como
contrapartida, debemos tener en cuenta que esta restricción de aire que ofrece el
entrenamiento con máscara pueda generar un estrés añadido y que derive en un
entrenamiento de menor calidad.
A pesar de las
diferencias entre los distintos métodos de hipoxia, todos tienen el mismo
objetivo, inducir adaptaciones en el organismo que incrementen el rendimiento
físico.
Teóricamente, el
estrés al que se somete al organismo con un programa de entrenamiento, junto
con el estímulo de hipoxia intermitente, sí generan adaptaciones similares que al
entrenamiento en altura. Estas mejoras se deben a las diferentes adaptaciones y
cambios bioquímicos del sistema músculo-esquelético que mejoran el proceso
oxidativo (2). En este caso sí que se relaciona con el aumento de la capacidad
de transportar oxígeno en sangre, lo que se produce por los cambios en los
parámetros hematológicos, como habíamos visto en las adaptaciones a la altura, fundamentalmente por el incremento de la
secreción de la hormona eritropoyetina (EPO), la hemoglobina (Hb) y los
eritrocitos (11, 12).
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